Educación a distancia: discutir por qué, para qué y, sobre todo, en qué condiciones

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Nos encontramos transitando el cuarto semestre de una “virtualización” forzada de nuestra actividad docente a raíz de la pandemia. Y seguramente todes nos estamos preguntando cómo será el 2022, si volveremos a la presencialidad, si lo haremos con aforos, cómo será la organización del trabajo docente si no entra todo el curso en la misma aula, si no hay aulas adecuadas suficientes para todos los cursos, etc. Como muchas de estas preguntas dependen de la situación epidemiológica, aún permanecen sin respuesta aunque a nadie se le escapa que resulta imprescindible planificar lo más colectivamente posible y desde ahora- los distintos escenarios posibles.

En este contexto que todavía es de incertidumbre, en las últimas semanas varios/as docentes de los distintos institutos han sido consultados/as sobre su voluntad de dictar clases “a distancia” (virtuales, así las hemos denominado el último año y medio), y/o sobre la posibilidad de “virtualizar” alguna/s de las comisiones de la materia de la que son responsables, a partir del 1er semestre de 2022. Esta consulta, que en cada instituto se ha realizado con un criterio distinto y de diferente manera, no tiene relación alguna con la pandemia. Es decir, se trata de una incipiente puesta en marcha de la “virtualización” de determinadas materias, algunas comisiones, etc. 

Más allá de las dimensiones de este proyecto institucional (no importa si son apenas algunas materias, apenas algunos prácticos o teóricos, o si se trata de algo mucho más grande), desde ADIUNGS sostenemos que una iniciativa de este estilo, que cambia radicalmente nuestras condiciones de trabajo (no importa si a muchos o pocos docentes), requiere acordar previamente en paritarias locales las condiciones laborales básicas para este nuevo tipo de trabajo.

Al respecto, es importante subrayar que nuestro CCT no contiene un capítulo que regule el trabajo docente “a distancia” y que nuestros contratos de trabajo en la UNGS refieren únicamente al dictado de clases presenciales. Es por ello que resulta un tema que debe ser tratado en paritarias locales, tal como lo establece nuestro CCT (Art. 70: La Comisión Negociadora de Nivel Particular entenderá en la interpretación y negociación de las materias no tratadas en el nivel general). No se nos escapa que en la UNGS ya existen experiencias de educación a distancia y que jamás estuvieron reguladas por paritarias locales, lo cual hace más urgente este acuerdo.

Surgen muchísimas preguntas que deben ser resueltas en acuerdos paritarios. Para listar solo algunas de ellas:

¿Las clases serán sincrónicas o asincrónicas? ¿Habrá obligatoriedad de alguna de las dos modalidades? ¿Cómo se manejará el tema de los horarios de cursada? ¿Cuál será el límite de estudiantes por curso? ¿Qué sucede si hay desacuerdos respecto de virtualizar la materia entre responsable y asistente/s? Si se arma una comisión virtual y otra presencial, ¿qué sucede si alguna de las dos comisiones queda con muy pocos inscriptos? ¿Y si desborda? ¿Cuál es el criterio para abrir una nueva comisión? ¿Cómo se garantizarán las herramientas necesarias y el ambiente de trabajo? ¿Será reversible la decisión de dictar clases virtuales? ¿Cómo se regulará el derecho a la desconexión? ¿Cómo se computarán las 6hs promedio anual que debemos dictar?

Estas preguntas son apenas algunas de las que se refieren estrictamente a las condiciones laborales, pero muchas de ellas están intrínsecamente ligadas a decisiones de tipo político pedagógicas, al por qué y para qué implementar la educación a distancia, en qué materias, en qué tramo de la carrera, de qué modo, con qué objetivos; cuestiones que sería virtuoso responderlas de forma colectiva. 

Si bien es cierto que durante 2020 el Consejo Superior aprobó la inscripción al SIED (Sistema de Educación a Distancia), siempre se subrayó que se trataba únicamente de una inscripción que le permitiría a la UNGS (una vez aprobado por la CONEAU), dictar clases a distancia, pero que el debate sobre qué y para qué “virtualizar” era un paso posterior no saldado por esa aprobación. 

La educación a distancia no es ni un destino inexorable, ni una forma de resolver problemas de infraestructura, y tampoco es la suma de todos los males. Pero es importante que antes de avanzar hacia ella, podamos responder claramente por qué, para qué y, especialmente, en qué condiciones laborales.
Para aportar a la construcción colectiva de las respuestas que necesitamos, en los próximos días convocaremos a todes les docentes a una Jornada gremial sobre “virtualización” para debatir sobre los distintos ejes que atraviesan este proyecto.